Página principal. Ciclo de Shaedra, Tomo 5: Historia de la dragona huérfana
Sopló durante toda la noche y a la mañana siguiente, cuando me levanté, comprobé lo que eran realmente las nieblas de arena de Aefna. El aire, arrastrado desde las Llanuras de Fuego, era cálido y estaba cargado de unas partículas que se arremolinaban con el viento y que impedían ver más allá de unos metros. El día parecía no haber amanecido. Syu se negó a salir del cuarto a pesar de las réplicas burlonas de Frundis, y los dejé a los dos ahí mientras me dirigía hacia el comedor. Me tapaba los ojos como podía mientras avanzaba por el jardín cubierto de un polvo rojizo, y caminaba casi a ciegas.
—¡Shaedra! —dijo entonces una voz.
Al principio creí que había soñado, pero volví a oír la voz. Me llamó otra vez por mi nombre, pero el sonido se perdía en la ráfaga, sin que pudiese adivinar de dónde provenía. Miré a mi alrededor, con los ojos semi abiertos. No se veía nada. Volví a avanzar y al llegar al pie de los peldaños que conducían al comedor, sentí una mano sobre mi brazo y me giré, sobresaltada. Y al tiempo que se me metía polvo en los ojos humedecidos, tuve la impresión de haber pisado un abismo interminable.
—Hola, Shaedra —me dijo la silueta que tenía delante, con una sonrisa tímida.
Su pelo era blanco como el armiño. Pero su rostro seguía siendo el de siempre, simpático, tímido y decidido al mismo tiempo… Me sentí mareada por el choc.
—Aryes —murmuré y, de pronto, no sé si por la falta de sueño que venía acumulándose desde hacía días o por la impresión que me hizo verlo ahí, en Aefna, mi vista se nubló y me desmayé. Lo último que vi fueron sus ojos azules que contemplaban, sorprendidos, cómo me derrumbaba.
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Nota del Autor: ¡Fin del tomo 5! Espero que hayas disfrutado con la lectura. Para mantenerte al corriente de las nuevas publicaciones, puedes seguirme en amazon o echar un vistazo al sitio web del proyecto donde podrás encontrar mapas, imágenes de personajes y más documentación.