Página principal. Ciclo de Shaedra, Tomo 9: Oscuridades

Epílogo

El sótano bajo la Torre de Shéthil conducía a otros pasadizos ocultos que desembocaban en una caverna de piedra. Ahí, el aire era particularmente cálido.

Cientos de kérejats revoloteaban en la sala, iluminándola tenuemente. Al oír el arrullo cristalino del agua, Ga sonrió anchamente, dejó suavemente el cuerpo del saijit sobre el suelo cubierto de musgo y se acercó a uno de los estanques. Aproximó su enorme boca y aspiró el agua. ¡Qué dulce era sentirla recorrer todo su cuerpo! El agua sorbida se transformó rápidamente en sombras y la sainal observó cómo sus manos adquirían de pronto más volubilidad. Se giró hacia sus invitados y los vio, de pie junto al túnel, mascullando por lo bajo.

—¡Venid, acercaos! —los animó—. A partir de aquí, todos los túneles se entrecruzan y las sombras nos guían.

—Dice que nos acerquemos —tradujo la demonio, lacónica.

—Ya… —gruñó la vampira.

La sainal los observó, a la vez intrigada y divertida. Formaban un grupo extraño. Una demonio, amiga de saijits, de monos y bastones, que acababa de enseñar su verdadera naturaleza a los cuatro vientos. Una vampira capaz de crear enormes bolas de fuego… una suerte que la piel de los sainals fuese relativamente resistente al fuego. Clavó sus ojos sobre el que tenía una apariencia de semi-elfo. Ese era tal vez el más extraño de todos: si había oído bien a la demonio, había sido una sombra anteriormente. Entendía mejor por qué su cuerpo parecía ser uno y al mismo tiempo estar en doble. Una curiosa mezcla de energías mantenía esos dos cuerpos unidos. Un ser deforme, sin duda. Kaarnis, Demonio Mayor de la Oscuridad, lo habría estudiado con mucho gusto, pensó con ironía.

En cuanto al saijit caito, comenzaba a sentir de nuevo los efectos de las toxinas y ahora sus ojos se velaban y su cuerpo se tambaleaba. La sainal reprimió un suspiro. No iba a ser tarea fácil avanzar por los túneles con el elfo oscuro y él.

La demonio alzó unos ojos verdes cargados de preguntas hacia ella. Parecía más preocupada por saber qué iba a hacer Ga con ellos que por el pánico que causaría la llegada de los guardias a los poblados saijits. Ga se repitió que había actuado correctamente dejándolos escapar. No podía capturarlos a todos. Y su conciencia le impedía matarlos simplemente para proteger a esa demonio inconsciente. Sin embargo, sabía que otros sainals estarían excitados con la idea de ver a todo un pueblo saijit hablar de pronto de demonios y de “monstruos abismales”. Algunos congéneres suyos parecían ansiar que todo estallase de nuevo en otra Guerra de la Perdición.

Los cuchicheos eran incesantes y la sainal sacó la lengua, sonriente. Esos invitados eran más ruidosos que un remolino de agua.

—Ga —dijo entonces la demonio, vacilante—. Gracias de nuevo por haberme salvado la vida. —Carraspeó—. Bueno, yo personalmente tengo dos… no ¡tres! preguntas.

Ga moduló su cuerpo para absorber las sombras y no cegar a sus queridos invitados.

—¿Sólo tres? —protestó—. Pues yo tengo muchas más. Pero adelante, dime, ¿cuáles son esas tres preguntas?

La demonio intercambió una rápida ojeada con su mono y Ga creyó percibir una extraña energía entre ellos.

—Primero —dijo—, ¿qué son esas toxinas que les has soltado a Galgarrios y Wujiri? Segundo, si Kyisse ha pasado por aquí, ¿dónde está y cómo es que dejaste que pasaran ella y sus raptores? Y tercero… —frunció el ceño, como para recordar cuál era su tercera pregunta, y al fin apuntó—: Si no tienes malas intenciones y nos has ayudado a salir de esta, ¿qué esperas de nosotros?

Ga soltó una carcajada ruidosa y la vampira y el semi-elfo retrocedieron ligeramente. La demonio, en cambio, permaneció junto a su amigo saijit, inmóvil.

—Hacía tiempo que no me hacían tantas preguntas —confesó Ga alegremente, y se sentó sobre el musgo que cubría el suelo, haciéndoles un gesto para que la imitaran—. Como decía, yo también tengo preguntas. Pero dado que hoy sois vosotros los invitados, os contestaré primero.

Los observó que, uno a uno, con aprensión, se sentaban a varios metros de ella.

—Para tu primera pregunta, las toxinas paralizan la mente, pero dentro de nada tus amigos se repondrán —aseguró—. Para tu última pregunta, yo no espero nada de vosotros, excepto que me sigáis hasta donde os tenga que conducir y que contestéis a mis dudas. Para tu segunda pregunta, la Flor Blanca ha seguido los túneles. Y no entiendo muy bien por qué empleas la palabra “raptores”. No son raptores. Son amigos míos. Hasta me trajeron todo un cuenco de pétalos de flores. Fue todo un festín —afirmó, casi ronroneando. Advirtió el asombro de la demonio y añadió—: Me pidieron que hoy fuese a la torre para vigilarla. Y ahora entiendo la razón. Pero, ¿por qué perseguían a la Flor Blanca esos guardias? ¿Por qué la buscas tú, buen demonio?

—¿Son amigos tuyos? —resopló la demonio—. Pero… —Carraspeó—. Nosotros íbamos en busca de unos que raptaron a la niña en Ató. —Entornó los ojos—. ¿Quiénes son esos “amigos”?

Ga se fijó en que la vampira la miraba de hito en hito desde hacía un buen rato y se removió, incómoda.

—Son amigos —contestó—. Tú eras guardia con esos saijits, ¿verdad?

Su pregunta era más o menos retórica: la demonio llevaba la misma túnica amarilla que los guardias y había entrado con ellos. Advirtió cómo el rostro de la demonio se ensombrecía.

—Lo era, sí —afirmó—. Teníamos como objetivo salvar a la pequeña.

Ga resopló. Aquello era verdaderamente irónico. De hecho, quienes habían traído a la Flor Blanca a la torre le habían dicho exactamente lo mismo. Sin embargo, confiaba más en estos que en la demonio.

—La Flor Blanca ha vuelto a su hogar —declaró Ga—. No hace falta que la busques más.

—¿A su hogar? —repitió la demonio, alterada—. ¿Qué quieres decir? ¿Hablas del castillo de Klanez?

Ga ladeó la cabeza.

—¿El castillo de qué? No. Creo que hacía más de un mes que se planeaba el rescate de la Flor Blanca. El mundo saijit no es su hogar.

Por lo visto, sus explicaciones no hacían más que engendrar nuevas preguntas en la mente de la demonio.

—Puede ser que acaso… —La demonio hablaba casi como para sí—. ¿Puede ser que los abuelos de Kyisse se hayan enterado de su existencia y la hayan querido recuperar?

Cuando Ga movió su largo brazo para rascarse tranquilamente la espalda, el semi-elfo hizo una mueca de asco.

—No sé de qué me hablas, Shae… Shaedra —la sainal pronunció el nombre, esperando no deformarlo demasiado—. El caso es que la Flor Blanca está perfectamente.

—¿Y cómo quieres que te crea? —exclamó súbitamente ella—. Tengo que ver esos amigos tuyos, Ga. Por favor —le suplicó.

La sainal suspiró. Los ojos de la demonio brillaban con tanta fuerza… La sainal era bastante torpe reconociendo sentimientos, pero ahí no se pudo equivocar. La demonio quería a la Flor Blanca con todo su corazón y deseaba verla a salvo con sus propios ojos.

—Está bien —capituló—. Te guiaré hasta ellos. Los túneles que conducen a la Casa de las Flores son peligrosos y laberínticos. —La demonio la contempló, boquiabierta. Por lo visto no esperaba que le hiciera caso. Ga vaciló—. Sin embargo… —Se sintió mal por lo que iba a decir, pero finalmente se decidió—: Antes deberás ayudarme a hacer algo. Sólo después te guiaré hasta la Flor Blanca.

La esperanza volvió a iluminar el rostro de la demonio. Sin embargo, Ga percibió un destello de desconfianza.

—¿En qué deberé ayudarte?

Ga no podía sonrojarse, pero se rebulló, como avergonzada por lo que iba a pedirle.

—Quiero una spiartea de sol —declaró al fin.

La demonio ni se inmutó. ¿Era acaso posible que no supiera qué era una spiartea de sol? Ga casi se sintió indignada.

—Sea lo que sea esa cosa, acepto el trato —soltó sin embargo la demonio, tendiendo la mano.

Los ojos blancos de Ga se intensificaron. ¿Desde cuándo un demonio aceptaba un trato tan alegremente? Se carcajeó. Definitivamente, aquella demonio le caía bien. Tendió una mano cambiante de sombras y agarró la mano de la joven inconsciente.

Cuando soltó a la demonio, esta sacudió su mano, seguramente sintiendo descargas de energía aríkbeta. La vampira dejó escapar un suspiro.

—¿Se puede saber ahora qué os habéis estado contando?

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Nota del Autor: ¡Fin del tomo 9! Espero que hayas disfrutado con la lectura. Para mantenerte al corriente de las nuevas publicaciones, puedes seguirme en amazon o echar un vistazo al sitio web del proyecto donde podrás encontrar mapas, imágenes de personajes y más documentación.